Blog

Blog

Por Raquel Aldavero Rodriguez 15 abr, 2024
La vida cambia mucho después de un cáncer, no sólo físicamente, sino también a nivel emocional, así como,en muchos casos, cambia también la percepción que tenemos de ella. Uno de vosotros me preguntaba el otro día cuales eran esas cosas a las que antes no daba importancia y ahora disfruto de ellas. He grabado este vídeo contándote cuales son y a qué nivel las veo diferentes. ¿Qué cosas son las que más valoras tú? Te dejo con esas 9 cosas en el video:
Por Raquel Aldavero Rodriguez 04 mar, 2024
¿En qué se basa que una persona sea fuerte? ¿Qué características debe tener?
Por Raquel Aldavero Rodriguez 11 feb, 2024
¿Cuál es el impacto del cáncer en el ámbito laboral del paciente?
Por Raquel Aldavero Rodriguez 27 dic, 2023
No puedo evitar empatizar con todos aquellos que estéis inmersos en un proceso de cáncer justo ahora, en Navidades. El otro día alguien cercano me preguntaba qué le diría a ese paciente de cáncer de cara a esta época y eso hago en este vídeo. Pero no sólo a él, sino también a ese familiar de un paciente de cáncer, que también lo vive muy de cerca. Te dejo el vídeo, aprovechando para enviarte un fuerte abrazo cargado de ánimo, esperanza y paz, mucha paz ❤️
Por Raquel Aldavero Rodriguez 22 oct, 2023
Hace un par de semanas un amigo me confirmó la noticia sobre la enfermedad de su padre. Temía que no tuviera fuerza mental para afrontarlo, pues era una persona muy pesimista y después de llevar muchos años entrando y saliendo de los hospitales por otros temas médicos, esta vez le habían dado el peor diagnóstico de todos: cáncer. Noté en su voz angustia e impotencia por no saber cómo hacer que su padre no tirara la toalla antes de tiempo. No quería que el diagnóstico le hundiera y se abandonara a su suerte. Reconozco esas emociones en la persona que me hablaba. Son muy normales y muy humanas. También entiendo el impacto de la noticia en su padre, y lo respeto. ¿Qué le dije a mi amigo? Me basé en mi propia experiencia como paciente de cáncer: En primer lugar, y puesto que los médicos todavía no le habían dicho qué tratamiento consideraban adecuado hasta que le hicieran un TAC, recomendé a mi amigo que no permitiera que su mente le llevara al peor escenario. La mente SIEMPRE nos va a situar en lo peor que puede ocurrir. ¡SIEMPRE! Pero eso no significa que vaya a ocurrir. Le recomendé que mantuviera a raya sus pensamientos, teniendo su mente ocupada en otras cosas que requirieran algo de concentración por su parte. Y que esperara así a lo que los médicos dijeran a la vista de las pruebas. En segundo lugar, le expliqué que el paciente, poco podemos hacer, aparte de recibir el tratamiento y llevarlo lo mejor posible. Que nuestra actitud nos ayuda a no sufrir tanto, pero lo que nos cura es la medicina. Sinceramente creo que nuestra actitud, nuestro espíritu de lucha, satisfacen más a los que están a nuestro alrededor porque pueden pensar o decir "está luchando como nadie" o "tiene mucha fuerza, no quiere morir" o cosas por el estilo. Eso está mejor visto que el que decide no pasar por este proceso. Lo que sigue a continuación no se lo dije pero es lo que pienso: Respeto profundamente a las personas que ante un diagnóstico de cáncer deciden no someterse a los tratamientos y mantenerse en esta Vida lo que les quede. Son tratamientos muy agresivos, con muchos efectos secundarios. Nos enfrentamos a muchas cosas a la vez. No sólo al tratamiento en sí sino también a nuestra mente, a nuestros miedos, a nuestro aguante físico, al inmenso dolor físico, a la gestión de nuestras emociones, al impacto que las palabras de los demás (bienintencionadas pero dañinas) tienen en nosotros, al trato desagradable de algunos médicos, etc... Son muchas cosas con las que lidiar, no es fácil, y todo el mundo tiene derecho a no querer pasar por ahí. No creo en el "infierno" del que hablan las religiones y al que se supone que va la persona que "decide no luchar" ("luchar", una palabra que detestamos escuchar los pacientes de cáncer). ¡No lo creo! (Aunque ahora parece que han quitado el infierno, que ya no existe. Cuántos años vividos con ese miedo y ahora la Iglesia ha decidido que no hay infierno). Si cualquier padre perdona a un hijo cualquier atrocidad que haya podido cometer, ¿cómo no lo va a hacer nuestro Dios/Universo/Energía (o como lo quieras llamar), que es Amor puro, el Amor más puro y grande existente, ante el hecho de que un ser humano decida no pasar más dolor y sufrimiento por los tratamientos contra una enfermedad en su cuerpo físico? ¿No ha servido todo lo que ha hecho en su vida? ¿Sólo tiene importancia y es determinante justo esa decisión? ¡No lo creo! Deseo de corazón que el padre de mi amigo tenga un tratamiento a su disposición, que le funcione, y que él quiera recorrer ese camino. Pero nunca juzgaría a nadie que decidiera lo contrario. Ni le obligaría o instigaría para que lo hiciera. Es una decisión muy personal. Y, por supuesto, no le haría sentir mal porque decidiera que este viaje termina aquí.
Por Raquel Aldavero Rodriguez 21 jul, 2023
caida de pelo en el cancer y como llevar mejor nuestra nueva imagen
Por Raquel Aldavero 18 dic, 2022
Esta es una de las preguntas recurrente en estas fechas, así que me he animado a incluirla en este blog. Aquí tienes algunas ideas que seguro que ese paciente de cáncer agradecerá:
Por Raquel Aldavero 18 dic, 2022
El origen de este post ha sido la conversación que he tenido con una amiga. Verás: mi amiga pasó un cáncer de mama en 2018 y ahora, hará más o menos un mes, le han vuelto a decir que otra vez tiene cáncer. Esto es lo que se conoce como "recidiva". Te puedes imaginar cómo está ella... Si ya de por sí el diagnóstico de un cáncer nos produce un "shock", el confirmarnos pasado un tiempo (o no) que el cáncer sigue ahí, no deja de producirlo. En ese momento, si uno no discrimina pensamientos inútiles es muy posible que éstos terminen embotando nuestra mente e impidan que seamos capaces de pensar cosas más importantes y útiles para nosotros.  A mí también me pasó esto: mi mente me enviaba continuamente y en bucle la misma pregunta mientras los hechos se sucedían a mi alrededor sin darme tiempo a adaptarme a ellos.
Por Raquel Aldavero 20 nov, 2022
Cuando termina el cáncer hay muchas otras cosas que comienzan y de las que nadie habla...
Por Raquel Aldavero 14 nov, 2022
Todavía recuerdo el día que, a pesar del miedo, estaba deseando que me operaran para quitarme el insufrible dolor que tenía. Con esa operación se llevaban el tumor y así desaparecía el dolor y volvería a recuperar mi vida (o eso pensaba). El día anterior tuve que ir nuevamente a urgencias, como tantos otros días ese verano, mientras esperaba aquella operación. El dolor no me permitía dormir y no quería pasar por quirófano sin haber descansado. Me inyectaron algo por vena que, por fin, alivió mis síntomas, y esa noche pude dormir. A la mañana siguiente tenía que estar a las 8 en el hospital. Enseguida vinieron a buscarme para ir al quirófano. Sentada en la mesa de operaciones, aguantando la postura que me habían indicado para pincharme en la epidural, un enfermero se me acercó: - Hola Raquel. Soy Sergio, amigo de tu amiga María. ¿Qué tal? - Hola Sergio - dije a duras penas notando el dolor que comenzaba por mi espalda nada más notar el pinchazo - Me pillas en un mal momento. Disculpa que no me haya arreglado para conocerte. Es que me van a operar justo ahora- pensé, sin dar crédito a lo surrealista de poder estar conociendo a alguien en semejante situación. - Sólo quiero que sepas que voy a estar por aquí, por si necesitas algo. - Muchas gracias. Me van a dormir, no creo que me entere de nada (y eso espero), pero en fin, se agradece el ofrecimiento - volví a pensar unos segundos antes de quedarme dormida. Después de siete horas de operación, cuando despierto, descubro lo ocurrido: al abrirme, los médicos vieron que el cáncer había afectado a la vejiga y al recto y decidieron quitar ambos órganos y practicarme dos ostomías. Por si no lo sabes, una ostomía es una abertura que se realiza en la pared abdominal hacia donde se hace una derivación para que el cuerpo pueda eliminar sus desechos. Sobre la piel se coloca una bolsa para poder recoger los mismos ya que, a partir de ese momento, no hay control por parte de la persona. El día que descubrí dos ostomías en mi abdomen cuando me desperté en la UCI, el mundo se me vino encima. No daba crédito que eso me pudiera estar pasando. Dudaba si se trataba de un sueño fruto de tanta anestesia o era real lo que estaba viviendo. Me sentía derrotada. El cáncer había podido conmigo. Ahora estaría "muerta en vida". No quería saber nada de ostomías, ni de bolsas. Mi vida había terminado en ese quirófano. Las enfermeras me decían que había muchas personas que vivían así y que tenían una vida normal. Yo sólo pensaba que me lo decían para consolarme. No creía que nadie pudiera vivir de esa manera. Durante esos siete días que duró mi estancia en el hospital tras la operación, no quise saber nada de bolsas. Las enfermeras me preguntaban si quería que me enseñaban a tratar los estomas y yo siempre les decía que no. Mi respuesta cambió el día que mi ginecólogo me comunicó que en un par de días me daría el alta. En ese momento, nuevamente, mi mundo se me vino encima. No podía andar, no me podía levantar, tenía muchísimo dolor por todo el cuerpo y ¿me iba a dar el alta en dos días? Mi ginecólogo prefería que me recuperara en casa, así que su decisión era firme. Esa misma tarde pregunté a una enfermera sobre mis estomas. Me enseñó lo que tenía que hacer respecto de la colostomía (derivación del colon), pero nada hablamos sobre la urostomía (derivación de los uréteres). Mi sorpresa fue cuando a la mañana siguiente me estaban dando el alta. Así que, dolorida, sin apenas poder andar y sin saber cómo se manejaban los estomas, me fui a casa. La primera vez que me miré al espejo, viendo un cuerpo que no reconocía, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Todavía tenía por delante un tratamiento de quimioterapia, pues el cáncer volvía a aparecer en mi cuerpo, así que no podía seguir rechazando mis estomas y, como consecuencia, mis bolsas. En muchas situaciones durante mi cáncer, un correcto diálogo interno me ha permitido seguir adelante y no padecer más de lo estrictamente necesario. Era el momento de ponerlo en práctica de nuevo, por mi bien, por el de mi madre que era quien me cuidaba, así que, desnuda frente al espejo, me dije: - Si todo el mundo hubiera nacido así, con dos estomas y portando bolsas en su abdomen, ¿estarías llorando ahora? - Claramente, ¡no!. - ¿Entonces por qué tienes que llorar, sólo por ser diferente? ¿Prefieres ser mediocre? Nuevamente un "no" fue mi respuesta. Simplemente ahora tenía que aceptar que yo, en algunos aspectos, era diferente. Pero seguía siendo yo. Tenía claro quién era, quien soy, y eso no lo cambiaba unas bolsas. A partir de ese momento las bolsas empezaron a integrarse en mi vida, en mi día a día, sin causarme ningún trauma. Busqué toda la información que pude por internet para aprender a manejar dos bolsas muy diferentes. Hoy hago una vida prácticamente normal (con alguna limitación), y ya no estoy reñida con mis estomas. Para mí ha sido fundamental en todo mi proceso el integrar un buen diálogo interno y aprender a hacerme las preguntas correctas. Muchas gracias por leerme, por estar al otro lado de la pantalla. Si en algún momento deseas comentarme tu opinión, tu caso o simplemente tus sentimientos o pensamientos al leerme, escríbeme un correo electrónico y estaré encantada de que estemos en contacto. Y si quieres saber de primera mano cómo lidié con mi primer tratamiento de cáncer, echa un vistazo a mi libro. Un fuerte abrazo, nos leemos en el siguiente artículo.
Share by: